sábado, marzo 03, 2007

Un consejo pa' un desesperado


Puras güeás son estas de andar sintiendo que la carga está pesá, no pues oiga, si cuando lo pasa bien nadie le dice que no lo haga, ahora es igual, ahora tiene que poner la cara y no andar con cobardía y haciéndose el de la chacra, si todos sabimos a que venimos y por donde vamos, no es hora que le saque el poto a la jeringa, apechugue, usted debe entender que en las malas se ven los amigos, antes es puro güeveo, cualquiera lo pasa bien con uno, un par de vasos de cualquier mierda etílica y ya, listo, cualquier cuchumbería es la raja, cualquier alma desarraigada es el mejor interlocutor, si a mi no me diga que no es así, yo estuve en la misma, y creía que jalar como chancho y ponerle wendy con el copete era estar la raja, y que me dice al otro día, al otro día el tremendo hachazo, pa' la cagá, y putas, pa' arreglarlo un par de cervecitas (o un blody mery pa los más cuicos), y qué cree uno, que chucha, las estoy haciendo de oro, y no pues mi amigo, uno se está haciendo mierda la vida, los sentidos dejan de percibir las cosas más esenciales, uno se gasta el poco dinero que recibe de un trabajo miserable, y la familia que se haga mierda, porque si uno es solo, putas, tengo derecho a hacerme mierda solo, a morirme en mi embriaguez, a vomitar mi propia desvergüenza, pero acompañado de una o más personas, llámense familia, ahí es indigno, un weón despreciable y pervertido, a ese no hay quién le tenga misericordia, por eso le digo, uno puede hacer la güeá que se le antoje con su vida, pero cuando hay que pagar la cuenta, es ser muy fresco de raja hacer perro muerto, tiene que asumir pues rotito, no se va a venir a desinflar ahora, eso si que es irresponsable y cobarde ¿no le gusto el güebeo?

1 comentario:

Carmen Posada dijo...

Hace días no me pasaba por tu blog. Como siempre, me sorprendo con alguna novedad, un tema que me deje pensando. Esto no te lo había leído creo. Pero me pusiste a pensar. Eso de "sacarle el poto a la jeringa" es muy humano, cobardemente humano. Por eso la amistad hay que darla siempre, a quien sea y sin miramientos. Hasta las patas. En la buena pero mejor en la mala, porque eso es lo gratificante de ser amigo: Saber que uno pudo estar ahí en la mala del otro. No importa lo que venga luego.
Un abrazo Michel, y no se pierda tanto.