martes, abril 18, 2006

Una narración para la mañana


Todos los días debo hacer de mi un buen perdedor. Amanezco dentro de mis zapatos entumecidos -ahora que llegó el otoño- y con los pantalones adosados en la piel, casi sin aliento, reciclando mi sudor, absolviendo los primeros aires, las primeras señales del acostumbrado despertar-para-levantarse-e-irse-a-trabajar, ya no comemos al amanecer, alguien nos inculcó de que no tenemos tiempo, el tiempo siempre falta, vivir tan lejos para recorrer tu hora de desayunar, vivir tan cerca solo para soñar con la nobleza que no poseo, no es bueno fantasear con que algún día..., es ahora o nunca, y nunca he existido del modo que hubiere deseado, y no pretendo pensarlo más, pierdo tiempo en pensar el futuro y luego, pierdo tiempo en desilusionarme, mucho tiempo perdido ahora que sé donde estoy, parado a cincuenta metros de un puente colgante en pésima mantención, en mi alcoba desafiando la úlcera que me penetra la mente, distraido por las calles de esta ciudad vanidosa y pestilente, alojado en los pechos de una prostituta no declarada, comiendo un bistec con arroz en una mesa solitaria de mi propio hogar, respirando del aire que me dejó su perfume, volviendo del trabajo en una micro atestada de soledades y ojos de fantasmas, rogando en una iglesia sin saber a quien le ruego exactamente, dudando de la existencia planeada por los jerarcas, estoy alojando en una pieza sellada y obscura que no me permite más que dormir, olfateo el trabajo de las manos que laceran pimentones y ajos, comino y putamadre, bebo agua de la llave y sonrío de pensar qué cosas han de ser, estoy con deudas y el dinero ya se fue, unos amigos con cerveza pueden mezclarse y no desagradar, visito el Bellas Artes cuando sus laberintos mojan las paredes de sudor y me propongo no hacerlo más... y todo ya se ha ido y nuevamente vuelve esta idea de que no existo más que ahora y nunca más, pero se alarga este ahora y todavía tiene cuerda para sugerirme que también ya se fue, ¿cuándo es ahora? Eso sí, los días se soportan sin saberlo ahora ni nunca, tal vez se destruya el mito de que existen las horas y los minutos y los días y toda esta güevada que me he tenido que tragar del tiempo y de su escasez, pero pienso que eso es mucho, y que el ocio mental afecta mis percepciones, pero qué puedo pensar si no en cumplir y ser obediente con los créditos y los favores que me hacen los lucradores de la existencia, sí, es verdad, soy malagradecido, es que no tuve buena educación, sólo hice lo que dieron para hacer, y no creo que eso esté mal (o estaríamos mal más del noventa y cinco por ciento del mundo, y si es así, no se nota), pero no tengo tiempo para decir "gracias", también me lo agotaron quienes me ayudan a vivir, vivir dentro de la incertidumbre del despertar es lo que la jungla enseña a los animales, y en este principio se basa el mercado humano, "seguro" vende, "inseguro" invierte, siempre una utilidad para una operación que no debía existir, pero que digo, si mis últimos zapatos me pertenecen bajo esa modalidad, ya no estoy seguro, es probable de que sea cierto lo del desorden de aptitudes vaticinado por una psiquiatra y su bella forma de comunicarme que ya no era normal ¿seré más anormal desde ese día? Pero nada obtengo de pensarme sano (porque si lo estuviera para que iba a quererme sanar), enfermo debo invertir, y tal vez logre alguna expiación o algún reconocimiento de quienes me flagelan con sus acreencias, no pido que indulten mi devenir, déjenme tranquilo un rato más para poder seguir financiándoles sus vidas y sus mujeres y sus hijos y sus domésticos y sus perros y cuánta millonada de estulteces y banalidades que pretenden útiles, dejénme y les pagó de ahí, sin pagar tampoco se vive, y todavía no llevo cinco minutos despierto y creo que hoy nuevamente seré el chileno medio, no aspiro un kino o un loto, quiero una cerveza esta noche y un cigarro alcanzado en mi boca contaminada, caminaré unas cuadras vacilante de lo que haré y volveré a tomar otra cebada que calme esta sensación permanente de haber perdido lo que no tengo, ¿alguien ha de ayudarme? En la misericordia no descansa nuestra voluntad, tampoco en ayer o mañana, eso duele para quien vive atormentado ahora, pero debo suponer que somos millones los que navegamos bajo estos sedantes indómitos y más almas me acompañan en este viaje solitario, debo ducharme y calmar la voracidad del despertador, este sueño de cada mañana me deja advertido de lo insubstancial que es preguntarse algo y darle la misma respuesta todas las mañanas, si no perder los sueños es hacerlos realidad, vivo de una irrealidad imperecedera y de un olvido necesario, de mis ojos surcan lágrimas que me imagino son de este bostezo final.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta narración refuerza la identidad de la angustia imperecedera que habita en este país, somos parte de un sistema binominal hasta en las emociones del despertar, siempre flagelamos nuestra vida pero fingimos una especial alegría. Hasta la vista.