lunes, junio 12, 2006

¿Que opina del amor don Romilio?



Estaba pensando acerca del amor. La gran tortura, pensé inmediatamente, el cadalso necesario para todo ser que se precie de humanidad.
Pero antes, la etapa previa, es inconmesurablemente feliz y dichosa. Aún no se sabe quién ha de ser el torturado ni quién torturará. La alegría inicial, llena de energía y esperanza, no tiene precedentes en la historia propia. Por ello los sentidos se dejan arrastrar a esta fuerza voluptuosa que sacia al instinto y otorga placer, la vida comprende estos flujos de retroalimentación dual (¿puede existir más de dos en algo que sólo es de dos?) y los fortalece de un modo inimaginable, los amantes, cuando no paran de amar y se dejan llevar por el desenfreno y la pasión, no equivocan en lo más mínimo la justicia de su camino, al contrario, viven uno de los pocos momentos dichosos de la existencia humana, no existe problema que pueda superar ese estado de enceguida visión sideral fantástica denominada enamoramiento, nada de lo concerniente a la problemática existencial moderna logra alterar o destruir el vínculo de unión y permanencia (al menos temporal) de quienes se arrastran en el torbellino del amor. Sus existencias se fortifican cuando el comienzo es desenfrenado y apasionado por parte de ambos amantes. He ahí la esencia del verdadero amor, el arrojo intrépido, osado y lleno de valor que hacen ambos amantes de todas sus percepciones sensibles a través del flujo y reflujo constante e ilimitado de fluidos, aromas, sensaciones, palabras, caricias y dedicación. Nada puede oponerse a esta mezcla fatal. Nadie puede destruir esta génesis en el amor, este inicio es el único que admito como amor, la equiparación de entrega. Si uno de los amantes cesa de entregar, también deja de recibir. Y nuevamente comienza otro proceso, uno denominado retroceso del amor o desamor, aquel en que comienza el hastío por envenenamiento. Luego, las torturas y la sicopatía. Por ahora, prefiero seguir enamorado.

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