miércoles, octubre 11, 2006

la caja en la custodia


La puta verdad, qué otra que mirar la tv y darse cuenta de las insanidades voluptuosas que se dejan ver, abrir un periódico o mirar la revista que sea, dirigirse a cualquier quiosco, revisar los mails, quedarse en casa al son de una cajita demente, sonsonante y desquiciada, esa es la puta verdad, un mundo de inservibles güevadas, y eso que todavía no se dice nada de las relaciones laborales y de compañerismo, nada de la familia ni sus oscuras reglas dejadas al arbitrio de qué intrincado jefe(a) de hogar, nada de lamentables amistades ni de fatales encuentros sexuales, nada de las tristezas acumuladas por el sabor de los fracasos ineroxablemente inevitables, nada de los ideales renunciados ni de los hijos abandonados al lascivo instinto de una vida peligrosa, al imaginar por una vez que se suman todas esas increíbles historias depresivas y se juntas con las del diario acontecer, se las metes en una caja lo más ancha posible, se le carga y se lleva a guardar en una custodia de algún terminal cercano, yo creo que a lo menos un día para empezar, más puede ocasionar en el principiante adicción improductiva, una extraña sensación de grandeza (claro, y quién no, si la caja de mierda la tiene otro), y querrá prolongar el tiempo de la caja en la custodia, bueno, pero la idea es que, metiendo la caja y dejándola al cuidado de un tercero que se obliga a ello por una suma de dinero (pobre del custodio que pierda una caja repleta del diario vivir y de las penosas desventuras de la vida propia) se puede andar por las veredas de cualquier ciudad sin un peso adicional, al menos por un tiempo que no costará más de un quinto de la consulta de algún loquero, y de verdad, putas que se relaja uno, putas que es verdad que la vida es muy puta, muy puta. Por eso, ahora estoy feliz, sólo con la vida.

No hay comentarios.: